¿Por qué nos deprimimos?

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La depresión ha recibido mucha atención de los investigadores, y sin embargo sigue siendo una gran desconocida, sobre todo en lo que se refiere a sus mecanismos físicos.
Los importantes investigadores en Neurociencia Douglas F. Watt y Jaak Panksepp han realizado un gran estudio en el que defienden que la depresión es el resultado de la acción de un mecanismo destinado a “apagar” el cerebro cuando nos encontramos en una situación de estrés prolongado. La base estaría en la infancia, y este mecanismo funciona ante la angustia de separación.
El proceso es el siguiente:1) El bebé pierde el contacto con su cuidador de referencia,2) Esto provoca una gran angustia y una reacción de protesta, destinada a restablecer el contacto, si esta reacción de protesta se prolonga demasiado en el tiempo la vida del bebé puede correr peligro, ya sea por excesivo desgaste metabólico o por llamar la atención de los depredadores, por lo que 3) el cerebro se “apaga” provocando que el bebé caiga en un estado depresivo, de apatía y desesperanza.
Cuando somos adultos y por cualquier razón nuestros sistemas cerebrales de estrés se activan durante demasiado tiempo o con demasiada intensidad, este mecanismo se puede disparar de nuevo, y hacernos caer en una depresión. Esta situación es similar a la hibernación de los osos, de hecho, cuando a los osos se les administra antidepresivos no hibernan.
Este trabajo viene a avalar la visión clínica de muchos psicólogos, que han defendido que la depresión no se puede entender como un simple déficit de un neurotransmisor. La depresión, por lo tanto, es un resultado, y para vencerla es importante saber cual es el camino que nos ha llevado hasta ahí. En próximas entradas hablaré sobre los distintos caminos que pueden llevar a la depresión. (leer aquí)
Para conocer en detalle este trabajo podéis pinchar en el siguiente enlace, que es de una reseña que he publicado en la revista internacional Aperturas Psicoanalíticas.

Comentarios

  1. Matriz depresiva?
    Este sistema de apagado me recuerda a los estudios longitudinales de Lyons Ruth y el grupo de Boston. Estudios donde se ve con claridad el efecto apagado de una forma notable. En uno de los videos la sensación es que el niño "desconecta" ante la incapacidad de su cuidador de calmarle o entenderle.
    Excelente reseña.

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